LO QUE ME ENSEÑÓ EL BIKINI DE LEOPARDO
Verano de 2010.
Tengo 16 años y voy a pasar un mes en California.
En uno de esos días de compras en un mall, descubro la tienda de Victoria’s Secret. Entre luces rosas, música y maniquíes perfectos, veo el bikini: estampado de leopardo, con push up. Lo compro sin pensarlo. Lamentablemente, no tengo fotos de esa “maravilla” para enseñarte.
Por aquel entonces, llevaba ya varios años sintiéndome poco femenina por tener un pecho pequeño. Ese bikini, que prometía “solucionar” mi problema, terminó acompañándome varias temporadas.
Y lo llevé incómoda, pendiente todo el tiempo de que no se me viera nada que no debía verse… en vez de disfrutar del sol, la playa y el mar.
Hoy, como asesora de imagen, he trabajado con mujeres de todas las tallas, estilos y edades. Y te prometo algo: todas, absolutamente todas, tienen inseguridades. Incluso esas mujeres que tú crees que “tienen el cuerpo perfecto”.
La verdadera fuerza no está en cómo es tu cuerpo, sino en cómo te ves y cómo te sientes en él. Cuando te sientes cómoda, auténtica, tú misma… la ropa (o el bikini) pasa a ser solo un complemento.
Si eso para ti significa un bañador entero, un pareo o un bikini de tanga, que así sea. No debería importarle a nadie más que a ti.
Tu cuerpo no es un error, ni una excusa. Es tu compañero de vida. Merece sol, merece agua, merece verano.
Y si necesitas ayuda para encontrar ese bañador o bikini que de verdad te haga sentir bien, aquí estoy para acompañarte. Porque no tienes que esperar a tener “otro” cuerpo para vivir tu vida.