LO QUE ME CALLO COMO ASESORA DE IMAGEN
Como asesora de imagen, hay algo que he aprendido con los años: no todo se dice, incluso cuando podría ayudar. A veces toca guardar silencio; otras, decir una verdad incómoda que, bien dicha, puede cambiar la forma en la que una mujer se mira al espejo.
Lo cierto es que hay pensamientos que me vienen a la cabeza casi a diario, ideas que no verbalizo por miedo a que parezcan cumplidos fáciles, pero que creo que muchas deberíamos escuchar más a menudo. Y por eso hoy, en este espacio, quiero compartir lo que normalmente me callo durante una sesión de imagen personal.
La mirada más dura no es la mía: es la tuya
Cuando hago una sesión de análisis de silueta y una clienta se coloca frente al espejo, ocurre casi siempre lo mismo: antes de explorar posibilidades, me señalan rápidamente todo lo que no les gusta de su cuerpo.
Y aquí viene una realidad incómoda:
Muchas mujeres se hablan a sí mismas de una forma que jamás tolerarían de una amiga.
Cada día veo cuerpos esbeltos que anhelan curvas.
Curvas preciosas que solo ven celulitis.
Torsos armoniosos preocupados por un abdomen ligeramente abultado.
Piernas increíbles ensombrecidas por hombros que “parecen demasiado amplios”.
El problema no es el cuerpo.
Es la narrativa interna.
Lo que quisiera decirles (y muchas veces me guardo)
En más ocasiones de las que imaginas, me entran ganas de coger sus manos y decirles:
“Para un momento. Mira de verdad.
Eso que tanto te cuesta aceptar no te define.
Y sí, tienes partes preciosas, aunque ahora mismo no las veas.”
Como profesional del estilismo, la colorimetría y la asesoría de imagen, no estoy para transformar cuerpos, sino percepciones.
Mi trabajo no es cambiarte: es ayudarte a descubrir todo lo que ya está bien y potenciarlo.
La transformación no está en la talla, sino en la armonía
Muchas mujeres llegan a mis sesiones convencidas de que necesitan un cambio radical para empezar a gustarse.
Pero la realidad es que: a veces basta con un pequeño ajuste para que tu reflejo te devuelva paz.
Un color que ilumina tu rostro.
Un corte que respeta y acompaña tu silueta.
Un tejido que cae donde debe, sin añadir volumen.
He visto a mujeres que llevaban años escondiéndose bajo prendas negras y holgadas abrir los ojos al verse con la combinación adecuada y decir:
“Ah, pues mira… me veo estupenda.”
Ese momento no es superficial: es profundamente humano.
Lo que nunca me callo: tu valor no cambia con la ropa… pero la ropa puede ayudarte a verlo
Si quieres empezar a verte mejor, no necesitas cambiar tu cuerpo ni convertirte en otra persona.
Lo que sí necesitas es tratarte con más cariño, bajar el volumen de esa voz crítica y permitirte explorar opciones que te favorecen y te hacen sentir bien.
La ropa, los colores, las líneas… todo eso no te define, pero sí puede acompañarte en el proceso de reconciliarte con tu imagen.
¿Te gustaría dar ese primer paso conmigo?
Si sientes que ha llegado el momento de mirarte con más amabilidad y descubrir cómo vestir para resaltar lo mejor de ti, estaré encantada de acompañarte.
Puedes empezar por algo sencillo: una sesión de colorimetría o de silueta, donde juntas buscaremos maneras de que tu reflejo vuelva a parecerte tuyo… y amable.
“Cuando tú empiezas a mirarte con otros ojos, el espejo también cambia.”